La construcción actual, es del
siglo XVI, pero nada indica, a juzgar por la historia antigua de la romanizada
ciudad celtíbera de Segontium, que no
hubiera habido allí mismo una construcción anterior como se piensa, e inclusive
el posible emplazamiento de la que, así mismo se supone, fue su antigua
catedral. Su advocación, no obstante, de
los Huertos, invita a especular –digo bien, especular-, no sólo como
referencia convenientemente maquillada de las deidades de la fertilidad de los
antiguos cultos precristianos, sino también, con la coincidencia añadida
referida a lugares puntuales del Camino Jacobeo y a antiguas y a la vez
mistéricas órdenes medievales de caballería, donde se podría sugerir, como
pintoresco ejemplo, la antigua iglesia templaria de Santa María dels Horts o de los Huertos, actualmente conocida como
iglesia del Crucifijo, en base al peculiar Cristo renano crucificado en una
pata de oca, que se localiza en una de las capillas laterales de su interior.
Elegante en su diseño, y
convertido en convento de clausura –el nombre de las clarisas por el que se le conoce, es suficiente tarjeta de
presentación-, responde, según comentarios autorizados, a una mezcla de gótico
tardío y primer renacimiento castellano. Cabe destacar de su estructura, y
aparte de las gárgolas y otras relevantes figuras –entre ellas, la de Santiago
peregrino-, la forma hexagonal de su ábside o cabecera. Destaca, así mismo, uno
de los escudos que se aprecian en la fachada, que muestra, en los cuartos
separados por una cruz de San Andrés, dos pequeñas cruces florenzadas en ambos
laterales, ocupando el cuarto superior, una media luna y una estrella de ocho
puntas. De su interior, y conservando íntegra su policromía original, son
reseñables los puntos de bóveda, así como aquellos otros, laterales, en los que
se aprecia a ángeles portando el escudo anteriormente descrito y la jarra con
los lirios o azucenas, característico de la figura de la Virgen y de las
edificaciones de carácter cistenciense.
El pequeño retablo principal, está presidido por una imagen de la Virgen titular, Nª Sª de los Huertos, perdido su sedentarismo y con el Niño en brazos. Una imagen, no obstante interesante, bien de alabastro o de piedra policromada, cuyo diseño recuerda bastante -salvando algunas diferencias- aquélla otra imagen virginal que se localiza en la denominada Capilla de Adoración de los Sagrados Corporales, en la basílica de Santa María de Daroca, provincia de Zaragoza. La parte superior del retablo, muestra la milagrosa aparición de la Virgen entre un coro florenzado del que asoman cabezas de querubines, definiéndose el resto de escenas en diferentes episodios de la vida de ésta y de Jescristo.
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