martes, 24 de febrero de 2015

La Patrona de Sigüenza: Santa María la Mayor



Probablemente gótica, y quién sabe si quizás sustituya a una más antigua de connotaciones típicamente negras, la venerada imagen de Santa María la Mayor, Patrona de ésta antigua y noble villa de Sigüenza, merece, sin duda, una llamada de atención, más allá de los inconmensurables añadidos artísticos contenidos en el recinto de la catedral que la alberga. Entronizada, como la gran mayoría de imágenes devocionales de la época, basadas en modelos anteriores y de más que probable origen oriental –de hecho, la vía de introducción de este tipo de imágenes, fue la capital del Imperio Romano de Oriente, Bizancio, la actual Turquía-, la imagen virgino-seguntina que se expone en un magnífico retablo barroco -no muy lejos de donde una alusión pagana sorprende al visitante, mostrando al Hércules cristianizado, San Cristóbal-, contiene algunos detalles de inequívoco interés. Uno de ellos, podría ser, por poner un ejemplo, ese corte que parece tener en la mejilla derecha y que bien pudo haberse producido como consecuencia añadida a las terribles luchas mantenidas durante la Guerra Civil de 1936. Un corte que le da un peculiar aspecto, añadido al hieratismo y desapego propio de este tipo de imágenes. Poderosamente llama, así mismo la atención, la amalgama de colores, en la que parecen sobrevivir los colores originales de la imagen –dorado, rojo y azul- con otro tono púrpura que, según parece, le fue aplicado en 1313 por orden del obispo Simón Girón de Cisneros, para ocultar su deterioro, de la que sobreviven extensos rastros, incluida la mano derecha de la Virgen, que sostiene una flor, también tradicionalmente asociada: el lirio o flor de lis. No se vislumbra el brazo izquierdo, sino como una extensión del propio Niño que sostiene en el regazo; Niño que, posiblemente, en su mano izquierda sostuviera originalmente una bola, elemento simbólico muy común también a este tipo de imágenes, pero que igualmente formaba parte de la simbología de cultos anteriores, donde de similar manera estaba asociado con la figura universal de la Gran Diosa Madre.

Conocida como la Virgen que mira al pueblo, fue traída por el obispo Bernardo de Agén, reconquistador y restaurador de la diócesis. Se la considera, además, del tipo socia belli, es decir, compañera de batalla –como la denominada Virgen de las Navas que se conserva en el monasterio soriano de Santa María de Huerta, de la que en el siglo XIX el marqués de Cerralbo sugirió la posibilidad de que fuera la que acompañó al arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada en la famosa batalla de los Tres Reyes o de las Navas de Tolosa-, y antes de ocupar su lugar actual en la catedral, estuvo en varios emplazamientos, entre ellos, la iglesia de Santa María de los Huertos, actualmente iglesia de las Hermanas Clarisas.