lunes, 6 de enero de 2014

Cifuentes: ángeles y demonios en la iglesia de Santiago


No se trata de hacer referencia al conocido best-seller del escritor norteamericano Dan Brown, detalle que, por otra parte, sería por completo irrelevante, pues, si hemos de hacer honor a la verdad -o cuando menos, equilibrar esas balanzas en constante balanceo, que caracterizan a una diosa que por algo aparece siempre representada con una venda en los ojos, es decir, la Justicia- y por poco románico e incluso gótico que hallamos contemplado, llegaremos a la certera sensación de que no hubo novelistas más hábiles y conocedores de su oficio, que los propios canteros medievales que levantaron lo más granado de nuestro Arte bizantino, y de paso, adaptaron a la exigencias de la piedra ese spiritual way of life que nos ha venido condicionando hasta el día de hoy.
Posiblemente, y hablando en términos de hoy, para una mente racional y científica, esos ángeles y demonios que llenaban nuestras iglesias y condicionaban nuestra vida; esos ángeles y demonios, en lucha eterna e irreconciliable por hacerse con la parte más pura de nuestra humanidad, oculta profundamente en lo más recóndito del crisol de la materia, podría representarse en fórmulas matemáticas encaminadas a establecer, al menos teóricamente hablando, las posibilidades de una fuerza caracterizada por dos corrientes opuestas: Orden y Caos.
En la portada de Cifuentes sin saberlo, o quizás siendo muy consciente de ello -recordemos las historias de San Virila y de San Ero, como precursoras de la relatividad promulgada ochocientos años después por Albert Einstein-, el Magister Muri nos puso en contacto, utilizando los recursos de la época, con el fascinante universo de la Física.

2 comentarios:

Syr dijo...

Aciertas plenamente, en la fascinación por ese templo como hasta en el mismo título de su entrada. Cifuentes, heredero directo de la más pura iconografía santiaguista desde Saintes a Aulnay, encierra en esa arquivolta el gran mensaje de la Psicomaquia, donde los vicios ( a la izquierda) y las virtudes ( aderecha) se reparten las dovelas por igual.
Lo que generalmente se ignora y pasa por alto es que,su comitente, doña Mayor Guillén de Guzmán, participó activamente en la ordenación iconográfica, haciéndose representar como virtud ( la reina del final) mientras que su despecho por Alfonso X (quien después de gozar de ella la abandonó)le hizo representar como un verdadero hijo de... Satanás, al reflejarlo en esa figurilla coronada boca abajo con cetro en la mano, que sale recién parido de la horrible diablesa.

Un abrazo

juancar347 dijo...

Como ya tuvimos ocasión de comentar por teléfono, esta portada, después de todo, y de ser poco más o menos lo que queda del románico original de la iglesia, nos aporta mucha información y de alguna manera, echa también por tierra esa falsa apreciación, en mi opinión, de considerar este arte en esta provincia, como 'el románico pobre de Guadalajara'. Guadalajara tiene una gran variedad, como otras provincias, que va de lo más sencillo y rural, a lo más esplendoroso. Tomo buena nota de la información que me proporcionas sobre Doña Mayor y sus despechadas intenciones, lo que nos ofrece una idea del amplio campo interpretativo que tiene el tema, y también te comento, como te comenté por teléfono, que observo aquí, referidas a ciertas figuras, unas singularidades sorprendentes, que procuraré demostrar y desarrollar más adelante, pero que, por el momento, me permitirás que sólo queden entre nosotros. Un dato interesante a añadir, podría ser, también, la cercanía del lugar a los misteriosos eremitorios de Cívica y a una villa medieval, Brihuega, que cuenta con otra Virgen Negra -la de la Peña-, al igual que Sepúlveda, en la vecina provincia de Segovia, e incluso Calatayud, lo que también podría indicarnos el trasiego de canteros y talleres que fueron desplazándose desde el norte, a medida que avanzaba la Reconquista. Un abrazo