lunes, 26 de noviembre de 2012

Sin abandonar el Señorío de Molina: Castellar de la Muela y la ermita de la Virgen de la Carrasca



'Nadie discute en nuestros días el alto valor de las obras medievales. Mas, ¿quién podrá razonar jamás el extraño desprecio de que fueron víctimas hasta el siglo XIX?. ¿Quién nos aclarará por qué, desde el Renacimiento, la élite de los artistas, de los sabios y de los pensadores consideraba de buen tono afectar la más completa indiferencia hacia las creaciones audaces de una época incomprendida...?'. (1)

Siguiendo la carretera nacional 211, que atraviesa como una cuchillada Molina de Aragón, encauzando al viajero hacia Teruel y sus misterios, incluida la forma hexagonal de las torres bizantinas de sus iglesias, se llega, al cabo de una decena, aproximadamente de kilómetros, al pinturesco pueblecito de Castellar de la Muela. Al final del pueblo, y tomando como referencia esa especie de churrigueresco mojón doloroso que son las ermitas-humilladero, y situado a la izquierda de la carretera, observaremos un caminillo de tierra, que se pierde hacia unos campos infinitos, en los que se alternan, desde tiempo inmemorial, terrenos baldíos y zonas de cosecha y labor. Este camino, hemos de dejarlo a apenas unos metros más arriba, y tomar la primera de las bifurcaciones que, a mano derecha, circunvalan la segunda clase de campos mencionados, con cosechas en avanzado estado de gestación. No tardaremos, entonces, en observar una solitaria estructura, de características románicas y entrañablemente rural, que cual eterno ángel custodio, vigila no sólo el terreno de los alrededores, sino también al mismo pueblo, localizado en línea recta y a cierta distancia. Se trata de la ermita románica de Nª Sª de la Carrasca, y sus credenciales, se remontan a los oscuros siglos XII-XIII y a una época fascinante, cuya épica tiene aún muchas vicisitudes que contar: la Reconquista.


Una vez situados en este punto, conviene señalar que en este mismo lugar, quiere la tradición popular -no compartida, no obstante, por todos los historiadores e investigadores- que los Pobres Hermanos de Cristo y del Templo de Salomón, los populares templarios, tuvieran en tiempos un convento. Y bien pudiera haber algo más que la mención de la tradición (2), si tenemos en cuenta no sólo las características del lugar en el que nos encontramos -con antecedentes célticos de habitabilidad, en zona de vanguardia y aspecto defensivo de la ermita- sino también, si insistimos en señalar ciertas coincidentes peculiaridades con otros lugares no excesivamente lejanos, que inducen a sospechar cierta veracidad, haciendo bueno el dicho de que el río cuando suena, es que buen caudal arrastra.
Uno de tales lugares, con sorprendente y a la vez sospechosa coincidencia, podría ser, sin ir más lejos, la emblemática población soriana de Morón de Almazán, donde nos encontramos con una tradición que refiere como convento templario en tiempos la curiosa ermita de Nª Sª de los Santos -situada, también, en las afueras, a vista de la iglesia y el pueblo-, sino que también localizamos el nombre de la Muela, en la figura mariana que alli veneran en la imponente iglesia parroquial, aunque ignoro si en el caso de Castellar, existe alguna tradición similar que hable de algún túnel que conecte ermita e iglesia, como sucede en el caso de Morón.  Casualidad o causalidad, el dato queda ahí, para todo aquél que desee continuar investigando y sacándole punta a las intrigantes excentricidades históricas, si en realidad hay alguna punta que sacar.
Ahora bien, por el contrario, para aquellos que no deseen complicarse en tan escurridizos vericuetos, y se dejen llevar, no sólo por la tranquilidad del lugar, sino también por el romanticismo y encanto implícito a estas hermosas construcciones que, según Fulcanelli, provocaban la indiferencia de artistas, sabios y pensadores nacidos a partir del Renacimiento, seguramente les resulte una experiencia grata, cuando no útil, para relajar mente y espíritu, dejando volar su imaginación por una época, la medieval, y un estilo, aparentemente tosco, como en este caso, que no obstante parece fundido con el paisaje -hasta el punto de no desmerecerle, en absoluto- y que representa, fuera de todo credo e ideología, un sencillo y a la vez profundo referente de índole marcadamente nacional.
Eso sí, si la visita se produce en verano, se recomienda tener precaución con los nidos de avispas que suelen establecerse a sus anchas, en los oscuros rincones de la galería interior. 


(1) Fulcanelli: 'Las Moradas Filosofales', Editorial Plaza & Janés, S.A., 1972, página 75.
(2) Tradición recogida también por Ángel Almazán, quien, en su novísima obra 'Guía templaria de Guadalajara', refiere dicha mención en el Nomenclator de las pueblos de la diócesis de Sigüenza.

8 comentarios:

CARLOS dijo...

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juancar347 dijo...

Agradecido, Carlos.
Saludos

Alkaest dijo...

No es por "encizañar", sino tan sólo por agitar un poco las aguas, pero la Virgen Negra que poseyeron los templarios en Ponferrada, tiene la advocación de "NªSª de la Encina", lo cual es semejante a "Carrasca"...
¿Que es un argumento traído por los pelos? ¡Quizá, quizá!
Pero se sabe que en alguna otra capilla templaria se veneró una "Virgen de la Carrasca". ¿Que eso no es concluyente? ¡Puede ser, puede ser!
Pero ya advertí que no quería "encizañar", sino sólo agitar un poco las aguas.

Salud y fraternidad.

juancar347 dijo...

A veces agitar las aguas puede ser productivo, si el encizañamiento se hace con sentido común, porque siempre se aprende algo y dato a dato, se van forjando posibles realidades. Para ser honestos, ignoraba esa sinónima relacíón, de la que tomo buena nota, y que me parece de lo más interesante, si tenemos en cuenta que aquí sí existe tradición de templarismo, como parece confirmar el documento mencionado por Almazán, referente al nomenclator de los pueblos de Guadalajara. Como sabes, porque me conoces, soy de la opinión de que las casualidades no existen, sobre todo cuando el cántaro insiste tantas veces en ir a la misma fuente. Será, quizás, porque agua clara lleva.
Por otra parte, el lugar bien merece una visita. La próxima vez, intentaré que el viaje sea más productivo pues, aunque posiblemente no haya nada apreciable en su interior, quién sabe...Salvando el detalle de las avispas en verano, que gustan de hacer sus nidos en las esquinas, la soledad del lugar (a pesar de no estar muy lejos de la carretera general) invita a reflexionar; como también invitan a reflexionar, las marcas dejadas por peregrinos, pastores, gamberros y otros animalitos de la Creación, en la madera de la puerta. La intencionalidad, resulta evidente. Un abrazo

Alkaest dijo...

Visitamos el pueblo en mayo de 1997, justo cuando celebraban la romería a la Ermita de la Carrasca. Una romería humilde, pero entrañable.
Y según recordamos, el interior, muy transformado por reformas, no presenta ningún interés desde el punto de vista románico.
Cierto es que hubo un tiempo en que si tuvo interés...
Porque allí se guardó durante muchos años una curiosa pila, no se si bautismal o benditera -más me pega ésto último- trabajada en un extraño sillar, muy antiguo.
Parece que se trataba de una pieza celtíbera, con triple rostro, a la que se añadió una inscripción "me fecit", en la base, cuando se reutilizó como pila.
Ya no está allí, se la llevaron a Molina de Aragón para evitar que los "amigos de lo ajeno" hicieran de las suyas. Aunque desconozco donde se encuentra ahora.
Un leve "tufillo de azufre" se respira en todo el asunto. ¿O quizá no?
El caso es que la tradición popular dice que esa Virgen de la Carrasca -la imagen original, hoy perdida- era del Temple.
Puedes consultar una breve anécdota sobre esa Virgen y su "democrática" romería, en "La huella de los Templarios", de R.Alarcón, p.18-19, donde además viene una foto de la imagen actual.

Salud y fraternidad.

juancar347 dijo...

Interesante comentario, Magister Alkaest, del que tomo buena nota. Un comentario en el que, a juzgar por esa cabeza trifac que mencionas, volvemos a encontrarnos esa 'familiar' cercanía entre este tipo de representaciones y el Temnple; o al menos, en muchos de los lugares considerados como 'templarios'. No termino de estar de acuerdo en cuanto a tu comentario sobre que la ermita dejó de tener interés 'románico'. Es cierto que no tiene elementos alternativos que la hagan más interesante a la vista, si por interesante entendemos la abundacia de mensarios sobre los que admirarse y especular. Pero dentro de su aparente y rústica sencillez, obedece a los mismos patrones arquitectónico-sagrados que inspiraron a los demás templos de su estilo. Unos patrones que, aunque no los vemos, están ahí. Ferviente admirador del señor Alarcón, tomo nota de la referencia, así como de las piezas que mencionar y será cuestión de investigar con calma pero sin pausa, con el objetivo de intentar al menos localizarlas.
Un abrazo

Alkaest dijo...

No tome usted el rábano por la hojas, compadre.
Líbreme la Diosa de menospreciar un edificio románico, por muy sencillo y desprovisto de "adornos" que se encuentre.
Que sólo he dicho, que su interior está muy transformado y no tiene interés románico. O sea, que no hay a la vista nada que recuerde aquel estilo.
Pero el templo en sí, sobre todo en su imagen externa, tiene ese encanto especial, aun cargado de la mayor sencillez, que tienen todos los templos de su estilo.
Porque -medida y número- está integrado en la naturaleza que lo circunda, como un elemento más.

Salud y fraternidad.

juancar347 dijo...

Pues me alegro de que haga Vd. este inciso, porque ya empezaba a preocuparme.De manera, que me alegro mucho de que las cosas hayan quedado en su justo sitio.
Un abrazo